En el momento del fallo, debemos saber sobreponernos y no pensar más en él, no podemos limitar nuestras actuaciones a ese fallo puntual, debemos hacer ver a nuestros chicos que el partido continua, que ese error que hemos cometido es posible que no sea definitivo, el que si puede serlo es el segundo gol que nos meten, por seguir pensando en el anterior, o por no atrevernos a intentar lo que antes no nos ha salido bien. Errores se pueden cometer, pero lo que no es de recibo es repetirlos. Hay que aprender de ellos.
Un partido no acaba cuando fallas, si, ya sé que no es fácil. Yo todavía estoy rumiando el segundo gol que me metieron el año pasado en el partido padres contra entrenadores, que les permitió empatar, aun estoy dándole vueltas (cuando me acuerdo) de si debía haber hecho esto o aquello. Pero eso lo pienso ahora, en el partido no, hay que seguir concentrado hasta el final.
Darle vuelta a los errores durante el juego disminuye nuestra capacidad de respuesta a nuestra confianza y a nuestra concentración. Los errores pueden ser analizados después del partido y usados como una experiencia de aprendizaje, es decir, aprender de ellos.
Ante el fallo nos puede ocurrir que nuestra confianza se derrumbe, perdamos la fe en nuestras habilidades. El nerviosismo creado es visto por propios y extraños y los rivales trataran de utilizarlo en nuestra contra.
Otras veces en un esfuerzo por parecer mejor de lo que hemos demostrado con el fallo, intentamos implicarnos aceleradamente en situaciones comprometidas acabando por tomar decisiones equivocas e inadecuadas a ciertas situaciones. El portero siente la necesidad de que todo el mundo lo perdone rápidamente.
Debemos seguir con el partido haciendo eso que sabemos hacer, sin florituras ni adornos innecesarios que no conducen a ningún sitio, hay que serenarse, olvidar el error y continuar con la competición.
Ese es nuestro trabajo, el del entrenador, hacer ver a los chicos que no pasa nada por un fallo, el partido continúa y nuestros compañeros nos necesitan, si ellos nos ven nerviosos, se pondrán nerviosos, hay que aparentar confianza. Es psicológico y muy curioso que debamos estar preparados para fallar.
No es nada fácil, no os creáis, escribirlo está muy bien, pero llevarlo a la práctica no es tarea fácil. Un guardameta se quiere morir cuando un error suyo le cuesta un gol al equipo. Los que sois o habéis sido porteros sabéis de lo que hablo.